HARARI Y LOS DESAFÍOS DEL SIGLO XXI
Si bien ya nos “comimos”, dos décadas de este siglo, todavía hay un largo trecho que recorrer. Hay ciertos pensadores que se han enfocado a analizar o simplemente plantear los desafíos que enfrentará la humanidad en un futuro próximo. Recordemos por ejemplo a Alvin Toffler, futurólogo estadounidense fallecido en el 2016, que entre sus obras más conocidas están El shock del futuro y La tercera ola.
El historiador y filósofo israelí, Yuval Noah Harari, tiene años trabajando en estos desafíos y ha planteado en su último trabajo: “21 lecciones para el siglo XXI”, algunos cuestionamientos, tales como, si es posible sobrevivir como humanidad si nos mantenemos en el esquema Estado- Nación; o cómo es que la Globalización nos ha hecho más desiguales y destructivos.
Con anterioridad Harari, ya había logrado “deslumbrar” a un sector importante de la sociedad global con sus obras: “Sapiens de animales a dioses” y “Homo Deus: Breve historia del mañana. En esta última entrega, con la que completa una trilogía, el filósofo israelí aborda las problemáticas claves del tiempo que nos tocó vivir y hace un interesante diagnóstico de los desafíos que nos esperan.
Para el pensador, no son los “clásicos”, que consideramos la mayoría de los habitantes de este planeta, me refiero a: el hambre, la violencia y las enfermedades, temas que en algunos casos individualmente algunos países han logrado librarse de ellos o llevarlos a una mínima expresión.
No, para Harari los desafíos que vienen son: el calentamiento global, la tecnología y el terrorismo nuclear. Temas que el historiador considera que deben ser tratados fuera del marco del tradicional Estado –Nación, es necesario un tratamiento global para poder generar e implementar posibles soluciones para frenar o controlar su avance según sea el caso.
El profesor de la Universidad de Haifa considera que la relación entre el procesamiento masivo de datos y la biotecnología, tendrá un impacto más allá de lo laboral ya que se desafiará dos pilares fundamentales en que se erigen las democracias contemporáneas: la libertad y la igualdad. De ahí que plantea la posibilidad que la mayor parte de los habitantes del planeta terminemos siendo entes inútiles frente a las máquinas que cada vez presentan mayor sofisticación.
Los “avances” tecnológicos, el desarrollo exponencial de ésta en algunas áreas, no han sido acompañados por una muy necesaria reflexión ética sobre las implicaciones en las sociedades de dichos “avances”, incluyendo el ámbito político.
Para Harari, los humanos y los robots podrán convivir en armonía, lo que expresó en una conferencia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, en un Congreso denominado: “Lo que nos hace humanos de los genes a las máquinas”.
Ahí sugería que piratear humanos podría conducir al fin de la democracia, tal como la conocemos. (“La democracia se basa en la idea de que nadie me conoce mejor que yo”) y si se genera una clase social “inútil” de personas desde el punto de vista económico y político, es el fin. Es entonces cuando los robots superan a las personas en el trabajo”.
Justamente en esta primera semana del 2020, en Israel se abrió la primera “agencia de empleo” del mundo que ofrece robots, que según la compañía son totalmente autónomos y podrán integrarse perfectamente con los trabajadores humanos en un entorno moderno de fábrica. Se les podrá contratar por hora o pagar una tarifa por tarea completada. Los dos modelos que ofrece esta agencia asumirían tareas que los humanos encontrarán excesivamente repetitivas, extenuantes e insatisfactorias.
Aunque la gran preocupación de este profesor originario de Haifa, la tercera ciudad de Israel, es que se llegue al monopolio o control absoluto del conocimiento científico y tecnológico por parte de una pequeña élite económica, que obviamente también tendrá el control político. Harari considera que la concentración de información, riqueza y poder por un grupo privilegiado, le permitirá dominar o “guiar” sin ningún tipo de escollos al resto de la población a través de la innovación científico- tecnológica.
De ahí que las denominadas nuevas tecnologías, marcarán mayores diferencias entre las sociedades y los integrantes de estas, llegando a dividir a los humanos en castas biológicas- tecnológicas. Hagamos un viaje imaginario en el tiempo siguiendo los parámetros que plantea Harari, y quizás nos encontremos en la próxima centuria que los dueños del dinero, quienes poseen los datos de los menos favorecidos y el control de la ciencia, sean los mejores dotados, los más sanos y los más creativos, lo que indudablemente reforzará su liderazgo.
Si bien para quienes habitamos la región de América Latina y el Caribe, esto quizás nos puede parecer hasta intrascendente, si tenemos presente que la mayoría de los países que integran la región no han podido vencer ni el hambre, ni la violencia, ni las enfermedades, los desafíos “clásicos”. Además, si a esto le sumamos que somos la región más desigual del planeta y que pese a que no hay ninguna guerra declarada entre países, también la más violenta, se pueden ver como lejanos estos planteamientos de Harari.
Sin embargo debemos ser conscientes que los desafíos que plantea Yuval Noah Harari son reales y que debe haber un cambio de mentalidad global muy necesaria para poder enfrentar el cambio climático, una posible crisis nuclear o las tecnologías aplicadas al trabajo.
Recordemos un informe de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), que sostiene que en la región en las próximas cuatro décadas se perderían de 10 a 14 millones de empleos debido a la incorporación de la tecnología en los procesos productivos. Por lo tanto estos desafíos globales que parecen muy lejanos, están ahí como se dice coloquialmente, “a la vuelta de la esquina”.